24 de marzo, una fecha que nos obliga a pensar en la Memoria, en la Verdad y en la Justicia.
Muchos de nosotros recordamos que hacíamos ese día de 1976. Cómo vivimos ese día, y los siguientes, y los años siguientes. Yo me recuerdo -con diez años recién cumplidos- festejando que por alguna razón que todavía no entendía, ese día no hubo escuela.
Los años siguientes… los temibles Ford Falcon color verde; Argentina campeón del mundo; vecinos a los que no vimos nunca más, miedo y silencio; la propaganda oficial «los argentinos somos derechos y humanos» y «achicar el estado es agrandar la nación», la campaña del miedo «¿sabe usted donde está su hijo ahora?»; el altillo de la casa de mi abuelo Lalo -el peronista- con libros y recuerdos escondidos (aunque los cuadros de Perón y Evita nunca fueron descolgados); yo preguntando – ¿de quién es esto abuelo? – de un primo Claudita, que se tuvo que ir a vivir a Francia… (aún no comprendía el significado de «exiliado» ); Malvinas: «estamos ganando…» nos decían; el ingreso a la Universidad y el temor típico de mis padres: «Hija, tené cuidado, no le des el teléfono a cualquiera y ojo con quien te juntás, hay gente que se la llevaron y nadie las vio nunca más sólo porque encontraron su nombre en una agenda…».
Es día de reflexionar sobre la Memoria, la Verdad y la Justicia, sobre las historias épicas y sobre la grandeza de las historias mínimas, individuales.
Historias como la de Manuel Gonçalves Granada (Argentina, 1976). Manuel se llamó Claudio Novoa hasta que a los 19 años descubrió su auténtica identidad: sus padres habían sido asesinados por la dictadura militar argentina y él adoptado por la familia Novoa. Sus abuelos nunca pararon de buscarlo, pero sólo pudo conocerlo su abuela Matilde, una de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Manuel pudo reconstruir su identidad. Ahora sabe que sus padres le pusieron Manuel en homenaje a Serrat. Que eran militantes sociales y hacían alfabetización de adultos en barrios marginados. Que a su padre lo detuvieron horas después del golpe de Estado y a su madre meses después en un operativo en la ciudad de San Nicolás, en el que murieron todos los que estaban en la casa -incluso otros niños- y sólo él sobrevivió, con cinco meses de edad. Estuvo unos meses en un Hospital Militar y luego fue dado en adopción.
Tenía 19 años cuando lo visitó el Equipo Argentino de Antropología Forense y le dijeron: “Vos tenés una familia biológica. Una abuela que quiere saber si estás bien. Se conforma con eso.” Fue el día más difícil de su vida.
Su madre adoptiva lo apoyó. Conoció a su abuela, recuperó un medio hermano, Gastón (un músico de una banda muy popular en Argentina, Los Pericos). Y lo más importante, recuperó su vida.
En el juicio correspondiente uno de los imputados declaró que encontró a Manuel escondido en un armario tapado con almohadones. Fue el único sobreviviente, los mayores murieron por los disparos, los demás niños asfixiados por los gases lacrimógenos. El se salvó porque su madre eligió esconderlo ahí.
Hace un tiempo escuché a Manuel en una entrevista en Cadena Ser.
http://www.cadenaser.com/sociedad/audios/baltasar-garzon/csrcsrpor/20090731csrcsrsoc_3/Aes/
Se me quedaron grabadas sus palabras:
“Durante muchísimo tiempo pensé que mi condición de adoptado se debía a un abandono, a que no me querían. Al recuperar mi verdadera identidad me entero de que en realidad no sólo no me abandonaron, sino que estoy vivo gracias a mi mamá.”
No encuentro mejor razón -rotunda, simple, obvia- para justificar la lucha por la verdad.
María Claudia Cambi
(Valencia, 24 de marzo de 2011, reedición de una pequeña nota publicada con anterioridad, pero cuya vigencia sigue intacta)
Hoy día podemos sacar las verdades a pasear por las calles y de la mano de la memoria seguir luchando para que no haya olvido. Educar en la transparencia a las nuevas generaciones sobre aquella década infame debería ser una asignatura en los manuales de las escuelas. En pocos años pasamos de la esperanza de un mundo más justo a la realidad trágica más salvaje. De querer como comunidad una sociedad con futuro a tener que aceptar que el error de la violencia indiscriminada nos conducía al horror de la represión genocida. Escondernos, callar, el «no te metas» como bandera, la huída. Yo me fuí, tenía la edad justa, 21 años y ya había sido defraudado demasiado como para poner mi vida en peligro un segundo más. No quería ser carne de cañón de nada ni de nadie. Nunca podremos ya devolverles la vida a los muertos, a los desaparecidos; pero, como tu bien dices, tenemos la memoria y sabemos la verdad.
Sí Horacio, tener memoria y conocer la verdad. Y además, contar la historia es nuestro deber. Un abrazo.
[…] same occurs with Maria Claudia Cambi [es], who in her blog tells the story of Manuel, the son of a missing man who finally discovered […]
[…] same occurs with Maria Claudia Cambi [es], who in her blog tells the story of Manuel, the son of a missing man who finally discovered […]
[…] yesterday, “He who forgets his memory, is condemned to repeat it.”The same occurs with Maria Claudia Cambi [es], who in her blog tells the story of Manuel, the son of a missing man who finally discovered […]
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[…] je slučaj i sa Marijom Klaudijom Kambi koja u svom blogu pripoveda priču o Manuelu, sinu jednog od nestalih, i koji je uspeo da povrati […]
[…] mesmo ocorre com Maria Claudia Cambi [es], que expõe em seu blog a história de Manuel, filho de um homem desaparecido que finalmente […]
[…] hier : “Celui qui oublie son Histoire, est condamné à la répéter”.Même chose pour Maria Claudia Cambi, qui relate dans son blog l'histoire de Manuel, le fils d'un disparu qui retrouve sa […]
[…] ίδια άποψη αντανακλάται και στο μπλογκ της Μαρία Κλαούντια Κάμπι [es], η οποία αφηγείται την ιστορία του Μανουέλ, το γιο […]
….la memoria despierta para herir a los pueblos dormidos que no la dejan vivir….libre como el viento. (leòn Gieco)
Gracias Ives por traer el magnífico León Gieco.
[…] го кажува и Марија Клаудија Камби којашто во нејзиниот блог раскажува приказна за […]
[…] https://dosorillas.wordpress.com/2011/03/24/%C2%BFpara-que-sirven-la-verdad-y-la-memoria-historia-de-… […]