Quienes no saben quién es el General Juan Jaime Cesio (el Coronel Cesio, para los que lo admiramos desde hace años), se preguntarán el porqué de mi nota y de su título. Se extrañarán aún más si les cuento que este ciudadano fue descalificado por falta gravísima al honor con accesoria de pérdida del uso del grado, título y uniforme.
Pero si también les cuento que la sanción fue aplicada por la dictadura militar argentina, la de las desapariciones y violaciones a los DDHH (1976-1983), seguro que algo cambia en el lector.
La gravísima falta del entonces coronel Cesio fue acompañar a las Madres de Plaza de Mayo en una de sus marchas. Bueno, no se conformó con eso y declaró durante la dictadura que “bandas integradas por militares habían usurpado el gobierno” y que con “el mendaz propósito de combatir la subversión, cometieron delitos aberrantes, como el secuestro, la tortura y el asesinato de miles de personas”.
En momentos en que la práctica totalidad de los uniformados se callaron la boca y miraron para otro lado, a este señor se le dio por tener el coraje de decir la verdad.
Como consecuencia de semejante atrevimiento se le inició un sumario por “deshonor e indecoro militar”. Denunciar la desaparición de personas era indecoroso para nuestros militares. Se pidieron para el Coronel Cesio seis años de prisión mayor. Tras un sobreseimiento y un nuevo juicio, el llamado Superior Tribunal de Honor del Ejército le impuso, el 7 de noviembre de 1983 (un mes antes del fin de la dictadura y asunción de Raúl Alfonsín), la más grave de las sanciones previstas. “Descalificación por falta gravísima al honor, con la accesoria de privación de su grado, título y uniforme”. Al decir de Osvaldo Bayer, «Matar, desaparecer, robar niños, torturar a mujeres embarazadas, tirar al mar a seres humanos vivos, no era delito. Denunciar esos hechos, sí.»
Ante la condena del coronel Cesio, el director James Neilson, del Buenos Aires Herald, el 15 de noviembre de 1983, escribiría un artículo en el que señala: “Muy difícil sería encontrar una prueba más impresionante de los efectos profundamente corruptores del poder sobre las instituciones militares y los hombres involucrados en ellas que el suministrado por este lamentable episodio, revelador del inmenso daño infligido no sólo al país sino a las mismas fuerzas armadas por decenios de régimen militar directo o indirecto. Se ha perdido la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, entre lo que es honorable y lo que no lo es y la de haber instituido un código de silencio, que lo subordina todo al ocultamiento de la verdad no sólo de los extraños sino también de los militares que temen enfrentarla”.
Durante más de 20 años de democracia en la Argentina, la sanción aplicada al Coronel Cesio siguió vigente. Mientras tanto, los genocidas se beneficiaron de leyes de olvido y perdón, de indultos, algunos incluso fueron legisladores y gobernadores.
El Coronel Cesio, mientras tanto, fundó el CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia Argentina), desarrolló una militancia política en el Partido Intransigente (lo cual me dio el honor de ser compañera de militancia), y siguió esperando, de la misma manera que la sociedad esperaba Justicia.
A continuación, una pequeña píldora de su pensamiento:
“Los militares sirven a la democracia en su profesión y se integran a su país como ciudadanos. Como militares obedecen, como ciudadanos hacen uso de las libertades que la Constitución les otorga, a la que defienden en todos sus órdenes; de entre ellos, el de velar por la paz.” “Se podría comenzar con tratados internacionales de desarme. Es insensato que en los presupuestos se destinen a la compra de armamentos recursos que servirían para paliar la desnutrición y cuidar la salud, entre tantas necesidades impostergables que nos conmueven. La tenencia de armas por parte de los ciudadanos debe ser restringida y ni siquiera debe aceptarse las que los niños usan para JUGAR”.
«No pocos pueblos de América latina han sido flagelados por los golpes de Estado militares a los que llamaron revoluciones cuando en verdad fueron involuciones. Aunque ninguno causó mayor daño y espanto que la última dictadura militar argentina. Los represores –que no solamente mataron y torturaron, sino que también se enriquecieron escandalosamente– ganaron la que llamaron guerra pero perdieron la paz porque se valieron del terrorismo de Estado. El Estado es el único que tiene el derecho de ejercitar la violencia e impone esta potestad tal exigencia ética, que resultan desde todo punto de vista abominables las acciones consumadas sin el debido encuadramiento legal.»
Durante la presidencia de Raúl Alfonsín fue designado Gerente de resguardo patrimonial de YPF y se envió por primera vez al Senado su pliego para que se le restituyera el grado. Finalmente -y una vez vencidas las resistencias de los sectores más rancios y conservadores- 30 años después del inicio de la dictadura que lo sancionó, y cerca de su cumpleaños 80, en el año 2006 recuperó formalmente el honor que nunca perdió. El entonces el presidente Néstor Kirchner envió al Senado los pliegos de ascenso a general de dos coroneles comprometidos con la democracia y la Constitución y perseguidos por grupos paramilitares. La propuesta de ascenso, presentada como una medida «reparatoria, que pone las cosas en su lugar»,alcanzaba al Coronel Cesio y al fallecido Martín Rico asesinado en marzo de 1975 «cuando investigaba a la Triple A», la banda terrorista de ultraderecha que tras el golpe de 1976 fue asimilada al aparato represivo de la dictadura.
A sus flamantes 85 años, ha ganado al olvido y a la infamia. Su trayectoria vital no sólo es un ejemplo, sino un estímulo. Hoy el General Juan Jaime Cesio disfruta de un retiro honorable, en compañía de su esposa, hijos y nietos maravillosos. Y en libertad. Quienes lo conocen lo consideran un caballero valiente y honorable. Me honra poder considerarlo amigo y estoy orgullosa de haber compartido militancia con él. Como diría otro amigo, es siempre maravilloso leer finales felices a vidas dedicadas a las reafirmaciones democráticas en épocas difíciles.
Hace tiempo escribí una nota titulada ¿Para que sirve la memoria?, y en respuesta contaba la historia de Manuel, un hijo de desaparecidos que recuperó su identidad. La historia de nuestro Coronel Cesio, es otra respuesta a la misma pregunta.
¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, QUERIDO GENERAL!!
Valencia, 1 de julio de 2011.
Nota de la autora: esta entrada se basa en una publicación ya realizada en mayo de 2010 que consideré oportuna difundir ahora en el blog, en homenaje a los 85 años del General. Adjunto en imágenes la entrevista publicada por la emblemática Revista Humor en la época de la dictadura, y por cuyas declaraciones fue sancionado.
Aprovecho para agradecer a mi amigo, el periodista Dante López Foresi, por hacerme llegar tan valioso documento.