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Archive for the ‘Salud’ Category


Jonas SalkJonas Salk fue un señor nacido en Nueva York en 1914, hijo de una familia inmigrante ruso-judía sin educación, nacido y criado en Harlem, Queens y el Bronx.  Sin «estirpe», sin dinero, y estudiante de escuela pública, descubrió la primera vacuna contra los tres virus de la poliomielitis que permitió la erradicación de una enfermedad considerada hasta entonces un flagelo universal.

El incentivo de Salk para salvar millones de niños de la poliomielitis no fue el incentivo económico.  Cuando el célebre periodista Eduard R. Murrow le preguntó en una entrevista televisiva quién poseía la patente de la vacuna, respondió:
Bueno, la gente, diría yo. No hay patente. ¿Podría usted patentar el Sol?” (1)

Jonas Salk echa por tierra los postulados ideológicos del Partido Popular, el que gobierna el Reino de España.  Jonas Salk es sólo un ejemplo conocido de millones más que contradicen la afirmación de que los hijos de «buena estirpe» son superiores a los demás y están predestinados para ello, y que no es cierto que «el supremo incentivo para estimular la productividad y el progreso son las primas de producción».  (2)

Los Energéticos, de Manel Fontdevila. Publicado en eldiario.es, 5/8/2013. http://www.eldiario.es/vinetas/energeticos_10_161433856.html

Los Energéticos, de Manel Fontdevila. Publicado en eldiario.es, 5/8/2013. http://www.eldiario.es/vinetas/energeticos_10_161433856.html

«¡Vamos a demostrar que ni Jonas Salk ni nadie como él son ejemplo de nada! ¡Vamos a demostrar que se equivocan! ¡Vamos a demostrar que sí se puede patentar el Sol!» Así me imagino a Mariano Rajoy y su Ministro de Industria cuando el pasado 18 de julio remitieron a la Comisión Nacional de Energía el proyecto de decreto que establece que si generas y consumes tu propia energía solar o eólica, tienes que pagar un «peaje» que hará que el autoconsumo resulte más caro que comprar la electricidad al oligopolio hidroeléctrico, y todo bajo penalización que puede llegar hasta 30 millones. (3)

¿Quién dijo que no se podría cobrar regalías por «tomar el Sol»? Ah, sí, Jonas Salk, ese hippie.

María Claudia Cambi

Valencia, 6 de agosto de 2013.

(1) Entrevista a Jonas Salk en CBS Televisión, en See It Now (12 de abril de 1955), citado en Disparos en la oscuridad: la búsqueda de una díscola vacuna contra el SIDA (2001) de Jon Cohen.

(2) «RAJOY, BLAQUIER, Y LA ENVIDIA IGUALITARIA», de María Claudia Cambi, en  https://dosorillas.wordpress.com/2012/06/12/rajoy-blaquier-y-la-envidia-igualitaria/

(3) http://www.diarioprogresista.es/industria-impide-el-autoconsumo-electrico-al-hacerlo-mas-caro-que-el-34257.htm

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Te dijeron que la solución al problema del desempleo estaba en echar a los trabajadores inmigrantes, cual mercancía pasada de moda.

Tú les creíste, compraste el discurso xenófobo y contribuiste a difundirlo. Aplaudiste las detenciones arbitrarias, la privación de derechos, la criminalización del inmigrante. Votaste a los candidatos que anunciaban que privarían a los inmigrantes del derecho a la salud, a la educación y a las ayudas sociales. Fue duro, sabías que no estaba bien, pero era por todos nosotros, por los que somos del país. Por tu empleo.

Un día te das cuenta de que se han ido -por voluntad propia o a la fuerza- casi todos los inmigrantes. Claro, nadie quiere estar donde lo rechazan y es perseguido.  Te han contratado ahora sí a ti para cuidar ancianos (eso que antes no querías hacer y se lo dejabas a los inmigrantes) pero a tu vecina que es maestra de primaria no le han renovado la plaza temporal, ni tampoco han convocado oposición para cubrir nuevas plazas de maestro. Tu vecina se ha quedado en el paro porque ahora con menos extranjeros, también hay menos niños en las escuelas.

También ha disminuido la recaudación impositiva, ya que hay menos consumo, se paga menos IVA e impuestos indirectos. Han reducido la plantilla unas cuantas líneas aéreas que hacían viajes a Latinoamérica, ya que no sólo que no hay inmigrantes que viajen en sus vacaciones, sino también que ahora sus familiares no vienen a visitarlos. Por cierto, otro vecino tuyo también se ha quedado en el paro por este motivo. De las agencias de envío de divisas al exterior, queda menos de la cuarta parte, y los bancos también han eliminado ese área de negocio. Un primo de tu amiga del pueblo también se fue a la calle.

Protestas porque ahora que no hay inmigrantes sigue habiendo desempleados. Entonces te dicen que el problema está en que el Estado de Bienestar es obsoleto, que si el Estado gastara menos en mantener la salud pública y aceptáramos pagar por ello -además de lo que pagamos con nuestros impuestos- habría más dinero para crear empleo y dinamizar la economía. Votas entonces a los candidatos que ahora te dicen que «achicar el estado es agrandar la nación», y ganan.

Como hay que reducir el Estado de Bienestar para dinamizar la economía -según te habían dicho, lo creíste y lo votaste- han suprimido todas las ayudas para el bienestar de las personas dependientes. Entre ellas la que recibían las familias de los ancianos que cuidabas. Al no poder hacer frente a ese gasto, la empresa de servicios para la que trabajabas ha tenido que despedirte. Aquellos a los que has votado también han eliminado las ayudas a los desempleados.

El banco que te quitará tu casa, mientras tanto, ese banco ha tenido ganancias récord. Otros bancos en peligro fueron rescatados de la quiebra con dinero público, con tu dinero.

Recién ahora te das cuenta que te han engañado. Pero es tarde.

María Claudia Cambi

Valencia, 17 de marzo de 2011

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Cuando daba clases de Derecho de las Obligaciones -en Rosario, Argentina, allá lejos y hace tiempo…- para demostrar a mis alumnos que el concepto de obligación no es una abstracción de los Códigos Civiles, que a cada momento realizamos hechos o actos jurídicos y generamos obligaciones, pedía que cuenten lo que habían hecho durante el día, desde esperar el transporte público junto a otra persona desconocida, comprar cigarrillos, conducir un auto, emitir una opinión sobre un tercero, etc.

Pues pasa lo mismo con los Derechos Humanos. No son una ficción. No son un listado de abstracciones en una Declaración. Tampoco son inalcanzables. Son tan cotidianos que podría decirse que son tangibles. Sólo necesitan que los tengamos en cuenta, que los usemos, que pensemos en ellos, que hablemos de ellos, que exijamos su cumplimento, que los respetemos, que discutamos sobre su alcance y aplicación a los casos concretos.

¿Hacemos el ejercicio que hacían mis alumnos de Derecho Civil? Empiezo yo:

Esta misma mañana, en no más de media hora dedicada a hojear la prensa y mirar las noticias, me encuentro:

a) Abro el periódico y leo las declaraciones de Monseñor Rouco Varela (el «jefe»de los Obispos de España) advirtiendo sobre la situación crítica del matrimonio en España, arremetiendo -como hace cada vez que puede y de forma obsesiva- contra el matrimonio igualitario (con más de cinco años de vigencia) y haciéndolo corresponsable -junto a las redes sociales- de la actual crisis económica, socio-política, cultural y ética, según sus propias palabras (o sea que la culpa de todo es de que los homosexuales puedan casarse y de la interacción en las redes sociales). Pues este señor, con sus declaraciones, está contrariando y haciendo apología de la violación del Artículo 16.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.

Y si me apuran… también el Artículo 19 de la DUDH está siendo puesto en tela de juicio por este señor obispo:

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

b) Dejo el periódico y mientras me tomo unos mates escucho al pasar -en la tele- otras declaraciones, esta vez del Sr. Juan Rosell, el «jefe» de los empresarios españoles, a quien se le ha ocurrido que  «los políticos deberían ser menos y ganar más», en un estupendísimo alarde de elitismo, plutocracia, oligarquía, o como se os ocurra llamarlo. Pues no Sr. Rosell, en un Estado ideal y utópico, todo ciudadano debería -al menos una vez- ostentar un cargo público, compartiendo las responsabilidades del ejercicio del poder. Debería haber precisamente lo contrario: más políticos, más cercanos, y cuyo fin no sea enriquecerse. En el Estado ideal y utópico un cargo público no debería ganar más de lo que gana atendiendo su actividad privada, o tener unos ingresos medios. Las afirmaciones de Juan Rosell no hacen más que contradecir expresamente el Artículo 21.1 y 21.2 de la DUDH:

  1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
  2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.

c) Terminan las noticias y comienza en la tele una entrevista al Dr. Rafael Matesanz, Director de la Organización Nacional de Transplantes. España es líder mundial en donación y transplante de órganos, gracias a la eficacia de un sistema que ya ha sido exportado y es ejemplo para muchos países. No sólo es el país con mayor número de donantes por habitante sino que -atención- tiene la más alta tasa de sobrevida. 20 puntos (si, leen bien) por encima de Estados Unidos. ¿A qué se debe la diferencia? Al sistema sanitario público español. No se debe a una mayor tecnología, ni siquiera a una diferencia relevante en cuanto a la preparación profesional respecto del país más poderoso del mundo. Sencillamente: una red sanitaria pública que garantiza al trasplantado el seguimiento y la atención adecuados, así como el suministro gratuito de los medicamentos durante toda su vida (algo que no existe en la gran potencia del mundo, y de lo que no todos somos conscientes). Pues eso, este SEÑOR (así, con mayúsculas) con sus declaraciones de hoy respaldando la sanidad pública y universal hizo por el Derecho Humano a la Salud contemplado por el artículo 25 de la DUDH mucho más de lo que cree.

Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.

«Los derechos humanos son sus derechos. Tómenlos. Defiéndanlos. Promuévanlos. Entiéndanlos e insistan en ellos. Nútranlos y enriquézcanlos… Son lo mejor de nosotros. Denles vida.» (Kofi Annan)

No olviden que -como dice una hermosa canción- están ahí, siempre, igual que el sol. Aún cuando no los veamos.

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«Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo.»

sello conmemorativo

Un 20 de diciembre de 1956 moría en un pequeño pueblo del norte de Brasil, enfermo, pobre y exiliado, el médico argentino Ramón Carrillo quien -fiel a su pensamiento- dejó a un lado una brillante carrera científica y académica como neurocirujano y neurobiólogo -reconocida internacionalmente- para entregar toda su capacidad y esfuerzo a las necesidades concretas de la gente en el ámbito de la salud.

Cuando después de perfeccionarse en Europa regresó a Buenos Aires en la llamada «Década Infame»,  asistió al saqueo sistemático del país, en un periodo caracterizado por la profunda decadencia moral de la dirigencia, la corrupción y el empobrecimiento de una gran mayoría de la población. Se vincula con su compañero de estudios, el músico Homero Manzi, y otros intelectuales como Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz,  Armando y Enrique Santos Discépolo, representantes de la cultura y de las nuevas ideas nacionales.

Dedicado entonces únicamente a la docencia y la investigación, en 1939 se hace cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central en Buenos Aires, lo que le permitió conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país. Advirtió cómo, en los aspirantes al servicio militar, prevalecían las enfermedades vinculadas con la pobreza, sobre todo en los aspirantes de las provincias más postergadas, como la de Santiago del Estero en que nació.

Realizó estudios en los que determinó que el país sólo contaba con el 45% de las camas necesarias, además distribuidas de manera desigual, confirmando sus recuerdos de provincia, que mostraban el estado de postergación en que se encontraba la Argentina fuera de Buenos Aires.

En épocas en que la Revolución del 43 derrocaba al Presidente Castillo -surgido de elecciones fraudulentas- Carrillo conoció en el Hospital Militar al Coronel Juan Domingo Perón, con quien mantenía largas conversaciones. Es precisamente Perón quien convence a Ramón Carrillo para colaborar en la planificación de la política sanitaria del gobierno y al ser elegido Presidente lo pone al frente de la Secretaría de Salud Pública, luego transformada en Ministerio de salud Pública y Asistencia Social.

Hasta entonces, la medicina era una actividad privada destinada a reparar la salud perdida de los enfermos individuales. Las instituciones hospitalarias atendían a los desprotegidos bajo el concepto de caridad, y el Estado intervenía sólo subsidiariamente.

Como Ministro de Salud, llevó a cabo a cabo acciones que incluso en la actualidad son asombrosas.

  • Duplicó el número de camas hospitalarias existentes en el país, de 66.300 en 1946 a 132.000 en 1954.
  • Inauguró 234 hospitales gratuitos.
  • Erradicó en sólo dos años, enfermedades endémicas como el paludismo, con campañas intensivas y ambiciosas.
  • Las enfermedades venéreas, en especial la sífilis, prácticamente desaparecieron.
  • Terminó con las epidemias de tifus y brucelosis.
  • Redujo a la mitad la mortalidad por tuberculosis y la mortalidad infantil.

El desarrollo de la medicina preventiva, la organización hospitalaria, la «centralización normativa y descentralización ejecutiva» fueron los pilares básicos de su acción, imbuidos de una concepción profundamente solidaria y de justicia social:

«Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría.»

Este ambicioso plan necesitó también de la formación de recursos humanos en Universidades y en educación terciaria: supervisores, administradores, visitadores, radiólogos, médicos higienistas, etc., junto al dictado de normas reguladoras del ejercicio profesional y códigos de ética.

Su objetivo fue poner la medicina en función social para lograr asistencia individual, familiar y comunitaria completa y continua, accesible y gratuita, con profesionales actuando en y para la comunidad, atendiendo a sus necesidades desde la justicia social y no de la caridad.

Nunca hizo política partidaria, pero utilizó su gran instinto político para aunar voluntades, actuar y conseguir apoyos en su ambicioso plan.

Una de sus más célebres frases nos indica que su obra, además de admirable, es una tarea inconclusa en demasiados lugares del mundo:

«Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.»


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