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Posts Tagged ‘lenguaje’


El lenguaje que empleamos cotidianamente no sólo refleja los valores de una sociedad, sino también que contribuye a transmitirlos y reforzarlos. De ahí la importancia de las palabras, que pueden ir -como un arma- cargadas de connotaciones negativas y prejuiciosas o -por el contrario- pueden utilizarse para ayudar a revertir situaciones de discriminación.

Podría pensarse que -al fin y al cabo- el lenguaje no es más que un reflejo de la realidad, que las palabras en sí no crean discriminación, que lo importante son los hechos.  Pero lo cierto es que la forma en que empleamos el lenguaje puede -en muchos casos- constituir y no sólo reflejar, percepciones sesgadas de la realidad que dañan a otras personas.

El lenguaje, como construcción social e histórica -como producto humano- influye directamente en nuestra percepción de la realidad. Las palabras y conceptos condicionan nuestro pensamiento y, por ende, determinan nuestra visión del mundo.

Quienes trabajan con la palabra, quienes comunican, quienes utilizan el lenguaje para informar y formar tienen por ello una especial responsabilidad, y sobre quienes lo hacen a través de los medios de comunicación recae un plus de precaución en cuanto formadores de opinión.

A día de hoy -por poner un ejemplo- ningún periodista que respete su profesión utilizaría el término «invertido» o «marica» para referirse a un homosexual (excepto que quiera ser contratado por el grupo Intereconomía, claro está).

Anormal, retrasado, deficiente, incapaz, impedido, incapacitado, discapacitado, persona con discapacidad, persona con necesidades especiales, personas con movilidad reducida, personas con diversidad funcional… También en el ámbito de la discapacidad el lenguaje evolucionó, dejando de transmitir la idea negativa de la carencia o la desviación respecto de una pretendida normalidad, para pasar a transmitir con las palabras una idea en positivo, la de la diversidad, enfatizando la dignidad de la persona por encima de sus peculiaridades o limitaciones.

Y han sido las propias personas con discapacidad las que erigiéndose en grupo social -unidos más por su lucha por la mejora de la sociedad que por su condición- utilizaron el lenguaje como una herramienta de  sensibilización y cambio de enfoque por parte de la sociedad.

Aunque lejos estamos aún de considerar como tarea cumplida la eliminación del lenguaje sexista, en materia de discriminación de género, también se ha tomado conciencia sobre la influencia que ha tenido el lenguaje a la hora de consolidar y presentar como normales situaciones de discriminación y relaciones de dominación.

Sin embargo, con demasiada frecuencia -y por poner sólo un ejemplo, esta misma mañana en Cadena Ser en relación a los migrantes de Túnez a Italia- escuchamos hablar de «avalancha de inmigrantes« mientras cuantifican (y cosifican) a seres humanos que pasan por una de las situaciones más difíciles y traumáticas que se pueden vivir: dejar su tierra, sus afectos, sus raíces, y hacerse a la mar sin saber si llegarán a destino o morirán en el camino sin que nadie llegue a conocer su suerte. En algunos casos será con toda la intención denigratoria, otros por ahorrarse eso de pensar y continuar utilizando los mismos lugares comunes y frases hechas, pero esa antipática frasecita está presente en casi todas las noticias referidas a inmigración y fronteras.

Según la Real Academia Española de la Lengua:

avalancha.

(Del fr. avalanche).

1. f. alud.

alud.

(De or. prerromanocf. vasco lurte, derrumbamiento de tierra).

1. m. Gran masa de nieve que se derrumba de los montes con violencia y estrépito.

2. m. Masa grande de una materia que se desprende por una vertiente, precipitándose por ella. U. t. en sent. fig.

Estimados profesionales de la palabra, ¿como os sentiríais si vuestros lectores llamaran a vuestras notas y artículos algo así como «rejunte de palabras» o llamáramos al periódico algo así como «papel que ensucia las manos»? ¿Si con la connotación de nuestras palabras despojáramos a vuestro trabajo de su esencia, de aquello que lo hace especial, del componente de humanidad, de creatividad? Sería una falta de respeto a vuestra condición de profesionales y de creadores.

Pues considerar un movimiento migratorio como «avalancha», es despojar a las personas de toda su humanidad, de cosificarlas, de privarlas de su condición de sujetos. Si cosificamos al inmigrante, si lo mostramos en masa, en cantidades, y le añadimos una connotación de catástrofe natural o de amenaza, eligiendo palabras como «avalancha», o «invasión», emitimos a la sociedad el mensaje de que esos seres humanos son menos personas que nosotros y que por eso no pueden aspirar a todo aquello que nosotros aspiramos o defendemos.

El lenguaje no es neutral, el significado de las palabras es producto de la intencionalidad con que se use. Y a este respecto, quienes lo utilizan en un medio masivo de comunicación tienen una responsabilidad directa. Libertad de expresión, libertad de prensa, van indisolublemente ligados al derecho a la información veraz y sin manipulaciones por parte de los destinatarios de esa información.

Iñaki Gabilondo lo ha dicho perfectamente:

«La sociedad humana no está formada por un núcleo duro de normalidad al que le salen abscesos laterales, imperfectos o indeseados. La sociedad humana es un entramado complejo compuesto de hombres, mujeres, jóvenes, viejos, sanos, enfermos, de distintas razas, orientaciones sexuales, particularidades físicas, etc. Ese heterogéneo paisaje es la normalidad. Todos, igualmente, seres humanos. Y todos igualmente dotados de derechos, aunque las necesidades de todos no sean idénticas.»


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