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Posts Tagged ‘Igualdad’


El joven no entendía por qué tanto enfado con el Ministro francés que ordenó expulsar a todos los gitanos rumanos, de vuelta a Rumania:

Estos de los derechos humanos ya se pasan!!! Es cierto que delincuentes e impresentables hay de todos orígenes y colores, no es que yo sea racista ni «xenófago» o como se diga eso, pero a éstos que no son franceses -pensaba el joven- no tienen por qué aguantarlos. Además, yo estoy en España, qué me importa. Bastante tengo con lo mío, hace dos años ya que no tengo curro, nadie necesita un albañil. Y sin pasta tampoco puedo estudiar otra cosa…
En fin… voy a seguir echando currículums, a ver si hay suerte. Ahora hay que tener suerte hasta para que te reciban el currículum, y ni hablar para que al menos lo lean. Creo que tengo más posibilidades de ganar la lotería que de encontrar algún curro. Y encima te encuentras con que está lleno de extranjeros trabajando. No tengo nada contra ellos, pero ¿no debería ser los españoles primero cuando somos tantos los que estamos parados? 6.000.000 de desempleados, si los de afuera se volvieran todos a su país seguro que la mitad de los españoles encuentra trabajo.
Ayer mismo pasé por una empresa de transporte a echar el curriculum (no he repartido nunca, pero no me importa y aprendo rápido, además me gusta conducir), cuando llegué había un montón de conductores descargando, y resulta que también había colombianos, venezolanos, uruguayos, argentinos, marroquíes, rumanos, y un par de negros africanos. Cuando localicé a un español le pregunté dónde dejar el CV y llamó a la responsable: «Claudia, ¿puedes bajar que hay un chico que pregunta por trabajo?» Era también extranjera!!!!!
No puede ser, si dan ganas de hacerse de esos con la cabeza rapada y las botas, un «esquínjed» de esos. Ya sé, voy a escribir a los de la empresa de transporte y les exigiré que despidan a todos los extranjeros y contraten nacionales o les mando una inspección de trabajo y de hacienda y de todo lo que pueda. Nadie está limpio del todo, seguro que se asustan. Decidido. No les va a salir barato tener tantos extranjeros. Alguien tiene que hacer algo o este país se va al carajo.
Primero los de casa ¿no? Si tus hijos pasan hambre no le vas a regalar comida al vecino. Pues acá pasa lo mismo. Si hay españoles en paro no vamos a regalar empleo a los de afuera!!!
Bueno, a seguir. Me voy para Llanera de Ranes que me dijeron que van a contratar albañiles para unas obras viales y la nueva planta de residuos también pide gente.

– Buenas… ¿es acá donde hay que apuntarse para la obra vial?
– Sí, déjeme el currículum.
– Tome. Como verá, soy albañil con mucha experiencia, español, y hablo valenciano.
– ¿Es vecino de Llanera? Porque acá Ud. pone que vive en Valencia.
– No, soy de Alzira de toda la vida, pero ahora vivo en Valencia.
– Lo siento entonces, se ha decidido contratar solamente a vecinos del pueblo. Tome, llévese el currículum, si lo deja irá a la basura.

Esta historia es una ficción basada en distintos hechos e informaciones reales, vividos o presenciados por la autora.

María Claudia Cambi

Valencia, 25 de septiembre de 2013

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Los Derechos Humanos son universales, son generosos, son inclusivos. No existe Ser Humano que no esté protegido por ellos.

¿Qué quiere decir esto? Que todos, TODOS, podemos exigir de las instituciones y poderes públicos que esos Derechos Humanos lleguen a nosotros.

¿Y alcanza con la existencia de las Declaraciones de Derechos? Pues no, las Declaraciones (como la DUDH, o las Constituciones nacionales), no se aplican por sí mismas, pero son un instrumento, un arma, una defensa que tenemos los seres humanos frente al Estado, que es quien tiene el monopolio de la fuerza y quien debe protegernos.

¿Y por qué decimos que los Derechos Humanos son generosos, son inclusivos? Porque bajo su ámbito de protección entramos todos. Afortunadamente los Derechos Humanos no se gastan por su uso, al contrario, su uso y difusión los mejora, los fortalece y hace crecer. Mientras más personas disfruten de sus derechos, más asegurados tendremos el disfrute de los nuestros.

Creer en los Derechos Humanos es estar de acuerdo en la necesidad de fijar una serie de derechos considerados inalienables. Quien crea en ellos no puede, a continuación, intentar establecer categorías de humanos o una especie de ranking de méritos para dividir la humanidad entre los que tienen determinados derechos humanos y los que no.

Si un derecho puede negársele a uno sólo de los integrantes de la especie humana entonces no es un derecho humano.

Sin embargo –y esto ocurre de forma bastante generalizada- al compás de las noticias policiales (más bien los hechos seleccionados por los editores de prensa como noticiables) cada vez más personas asumen el discurso de que los Derechos Humanos solamente se aplican en favor de los criminales, que los Derechos Humanos no protegen a las víctimas. O sino, se repite la frase que quizás por ser ocurrente, se cree que es una frase inteligente: “Los Derechos Humanos deben ser solamente para los Humanos Derechos.”

¿Quiere decir entonces que existirían seres humanos que quedarían excluidos de su protección?

Para quienes así piensan, los Derechos Humanos dejan fuera a los “humanos torcidos”, y casi sin dudar y por unanimidad, entran en esta categoría los delincuentes de las noticias que nos aterran. Cuidado, no me refiero a los especuladores de Wall Street, ni a los defraudadores, ni a los fabricantes de armas e ideólogos de guerras. Porque resulta que ellos no nos aterran. No de la manera en que nos aterran e indignan los sucesos policiales y en especial si en el hecho intervienen menores de edad.

Al ritmo de los titulares de las noticias, asistimos a exigencias de: pena de muerte, prisión perpetua irrevocable, imputabilidad de los menores como adultos, inversión del principio de inocencia, mano dura policial (como si fuera blanda actualmente). Y muchos creen de verdad que estas son soluciones para evitar el aumento de la criminalidad. Volviendo a al pensamiento mágico de los hombres de las cavernas, que dibujaban en las paredes aquello a lo que temían, para así atraparlo. Hoy –al decir del reconocido jurista Eugenio R. Zaffaroni- las paredes de las cavernas son los Boletines Oficiales, creemos que por arte de magia, si endurecemos la ley resignando Derechos Humanos, controlamos aquello que nos aterra.

De nada sirve que se presenten estudios, informes, estadísticas que muestran y demuestran que la pena de muerte no disminuye los delitos (al contrario, perdido por perdido, el delincuente ya no tendrá motivo para detener su carrera y entregarse); que imputar a los menores como adultos lo que hace es crear más delincuentes (al privarlos de la posibilidad de reinserción); que la represión policial innecesaria y excesiva es tan ineficaz como la falta de presencia policial.

Y este discurso inexacto y excluyente no sólo es asumido por la derecha reaccionaria, también es asumido por una franja importante de la población, una clase media que de buena fe cree que eso le traerá más seguridad. Y que también ingenuamente cree que los criminales son los otros (“a mí eso no me pasa”) al tiempo que cree que los Derechos Humanos actualmente favorecen únicamente a los “criminales”.

Como resultado, o bien se resta importancia a los Derechos Humanos, como algo pasado de moda e ideologizado, o bien se pretende una vigencia de los Derechos Humanos reducida exclusivamente a la “gente de bien”, a los “humanos derechos”. De este modo, y gradualmente, van saliendo del paraguas de su protección los “humanos torcidos”: primero los que cometen delitos graves, luego los que incurren en delitos menores, los menores que delinquen, los inmigrantes sin papeles, los enfermos mentales, los marginados. El lector creerá que exagero, pero cuando se abre la veda de la exclusión, no tiene límites. En función del «Juez», todos estaríamos en peligro de estar excluidos, sin excepción.

¿Y qué hacemos entonces para revertir este discurso?

Principalmente, confiar en la universalidad de los Derechos Humanos, su amplitud y su carácter inclusivo. PENSAR. Y hacer pedagogía, mucha pedagogía. Pensar es gratis, dice y redice mi amigo Jaume D’Urgell (algo tan obvio, pero que por eso mismo no tenemos en cuenta).

Comprender y hacer comprender que así como todos podemos ser víctimas, todos podemos cometer delitos. TODOS. Que es mejor hablar de personas que cometen delitos. No de criminales. Personas despreciables y crímenes que nos revuelven el estómago, claro que los hay, como en toda la historia de la humanidad. Sin embargo, las leyes penales y las garantías además de estar pensadas para las personas que delinquen (a ver quien se anima a asegurar que nunca lo hará) también están pensadas para los inocentes imputados de delito (a ver quien cree que nunca le va a tocar). Para unos y otros, para nosotros, que somos el 99%.

Porque creemos en la universalidad de los Derechos Humanos (y hoy Argentina está siendo ejemplo en el mundo en ese aspecto) es que no estamos torturando a Videla, Astiz y los demás genocidas para que nos digan donde tienen a los 30.000 desaparecidos (diría mi amigo Eddie Abramovich). En cambio, están siendo juzgados en un proceso penal con todas las garantías a que tienen derecho. PORQUE SOMOS MEJORES. Y PORQUE PARA NOSOTROS NO HAY HUMANOS DE SEGUNDA.

Y algún lector opinará: es muy fácil hablar así cuando no te han hecho nada, cuando no han violado o asesinado a un familiar. Estimado lector que así piensa: deseo que nunca tenga que pasar por ese trance, y si lo ha pasado, deseo que se haya hecho justicia. Dicho esto, puedo asegurar que si alguien llegara a agredir gravemente a alguien de mi familia, serán mis amigos los que me tengan que encadenar para que no me encargue yo misma de asesinar a esa persona, y de la forma en la que más pueda sufrir. Y si tuviera que ser abogada defensora de un padre que mata al violador de su hija, estoy segura de que podría lograr la absolución o –cuanto menos- una pena mínima. Pero el Estado, no soy yo. Cuando la sociedad en un momento de su historia decidió abandonar la venganza privada y conceder al Estado el monopolio de la sanción penal, fue precisamente para protegernos. Porque el Estado debe perseguir la paz social, no la venganza.

El camino –en cualquier caso- no pasa por menos derechos para una categoría de personas –los que han cometido delito o pertenecen a un grupo de riesgo- en la que podemos caber todos.

El camino está en todo caso, en más derechos para otra categoría en la que también podemos estar todos: LAS VICTIMAS.

Más derechos para las víctimas, las actuales y las futuras. Lo que implica procedimientos penales que no las dejen al margen, pero esto no tiene nada que ver con considerar a los delincuentes como «no humanos».

Lo que implica también prevención, integración, tomarse en serio lo de trabajar con los grupos de riesgo (nadie busca ser marginado), y teniendo claro que no sirve para eso el «meta bala» (que, por cierto, me recuerda al tristemente célebre para los argentinos «no ahorre sangre de gauchos»).

El camino está también en pensar en nuestros hijos y nietos. En trabajar desde ahora en reducir la criminalidad futura, en dejar de crear otro tipo de víctimas, las víctimas del sistema que los margina. No atenderlos, es considerarlos víctimas de segunda. ¿Cómo? Educación, integración, trabajo, salud, alimentación, PLANES serios, políticas de Estado.

Reclamar por los derechos de las víctimas, no tiene porqué privar de sus derechos a los imputados o condenados, ni olvidar que no hay mejor receta que la prevención. De ningún modo.

Por último, quiero llamar la atención sobre otro discurso que –si bien proviene del “lado contrario”- me resulta igual de preocupante que el que acabo de cuestionar. El que dice: “quienes se preocupan y ponen el grito por las víctimas de la delincuencia callejera, nunca reaccionaron igual por los niños que mueren de desnutrición o las mujeres que mueren en abortos ilegales.”

Lo pronuncian también personas bienintencionadas, de buena fe, preocupadas especialmente por las cuestiones sociales. Sin embargo, para este discurso –aunque involuntariamente- también hay víctimas de segunda.

Si para la derecha reaccionaria las víctimas del sistema son víctimas de segunda, para nosotros, para quienes creemos en los Derechos Humanos, todas las víctimas deben ser igual de importantes.

¿Acaso podemos decir que sufre más o menos quien pierde a un hijo por negligencia médica, por un robo con violencia, o por gatillo fácil, por un accidente de tránsito, por desnutrición, por sobredosis, o un atentado terrorista?

Serán distintas causas, distintos responsables, y por ende distintas maneras de prevenir esos delitos, pero TODAS las víctimas nos duelen igual, y si hay manera de prevenir esas muertes, todas nos importan por igual.

Que los que discriminan sean ellos, nosotros no.

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Carlos Blaquier - Protestas en Jujuy (imagen de www.infonews.com)Carlos Pedro Blaquier es dueño de una de las más grandes empresas de Argentina –el Ingenio Ledesma- y un terrateniente que asentó su poder sobre la base de la explotación, la compra de voluntades y la colaboración con las sucesivas dictaduras. Hoy, está imputado por la detención, secuestro y desaparición de decenas de ciudadanos jujeños en julio de 1976, durante la llamada “Noche del Apagón”, en la primera causa judicial que investiga de lleno la llamada “pata empresaria” de la dictadura.

Días atrás trataba yo de localizar una carta suya -publicada en enero de 2001 por el matutino argentino La Nación- que tuve el mal trago de leer, en la que defendía la idea de desigualdad natural y el derecho de los “mejor dotados” a ser la minoría dominante, mientras aseveraba que pretender eliminar las desigualdades era ir contra el “orden natural”.

Se pronunciaba Blaquier en dicha declaración –cómo no- contra todo intento que vaya más allá de la caridad y que implique justicia social, sentenciando: “La propia naturaleza ha puesto en los hombres muchísimas y muy grandes desigualdades. (…) y de esta inevitable desigualdad deriva como consecuencia la desigualdad de las situaciones en la vida.  Además, los hombres mejor dotados han sido siempre minoría. De todo lo cual resulta que son muchos menos los que están en los sectores más altos de la escala que los que se encuentran más abajo. Pretender eliminar estas desigualdades es ir contra el orden natural de las cosas y desalentaría a los más aptos para realizar la labor creadora del progreso a la que están llamados.”

Y sigue: Es comprensible -no justificable- que por las características de la naturaleza humana los menos dotados se consideren injustamente tratados e intenten sustituir a los mejor dotados. Esto es lo que con toda razón se ha llamado ‘la envidia igualitaria. El resto puede verse –si hay estómago- en http://www.lanacion.com.ar/49183-cartas-de-lectores.

Los resultados de Google me obsequiaron también con dos publicaciones del actual presidente del gobierno de España, el señor Mariano Rajoy, de 1983 y 1984, en “El Faro de Vigo”, sobre idéntico tema, y con similares argumentos, y por supuesto el mismo objetivo: la defensa de la desigualdad como parte del orden divino.

He aquí una muestra de las palabras de Mariano Rajoy, y su pensamiento: “Ya en épocas remotas se afirmaba como verdad indiscutible que la estirpe determina al hombre (…), era un hecho objetivo que los hijos de ‘buena estirpe’ superaban a los demás». «El hombre, en cierta manera, nace predestinado para lo que debe ser».Demostrada de forma indiscutible que la naturaleza, que es jerárquica, engendra a todos los hombres desiguales, no tratemos de explotar la envidia y el resentimiento para asentar la dictadura igualitaria.” 

Dicho principio le da pie a denostar todo lo que suene a público, social o colectivo: “La experiencia ha demostrado de modo irrefragable que la gestión estatal es menos eficaz que la privada. ¿Qué sentido tienen pues las nacionalizaciones? Principalmente el de desposeer, o sea, el de satisfacer la envidia igualitaria.” 

Y ya que está, no se queda en los principios sino que pasa al plano patrimonial (haber empezado por ahí…): “También es un hecho que la inversión particular es mucho más rentable no subsidiaria (…). ¿Por qué, entonces, arrebatar con una fiscalidad creciente a la inversión privada fracciones cada vez mayores de sus ahorros? También para que no haya ricos para satisfacer la envidia igualitaria. (…) ¿Por qué, mediante la imposición progresiva, se hace pagar a unos hasta un porcentaje diez veces superior al de otros por la misma cantidad de ingresos? Para penalizar la superior capacidad, o sea, para satisfacer la envidia igualitaria. Lo equitativo es que las remuneraciones sean proporcionales a los rendimientos. En tal caso ¿por qué se insiste en aproximar los salarios? Para que nadie gane más que otro y, de este modo, satisfacer la envidia igualitaria. El supremo incentivo para estimular la productividad son las primas de producción. ¿Por qué, entonces, se exige que los incrementos salariales sean lineales? Para castigar al más laborioso y preparado, con lo que se satisface la envidia igualitaria. Y así sucesivamente.

Puede verse un resumen en: http://elpais.com/elpais/2007/01/19/actualidad/1169198217_850215.html y en http://imagenes.publico.es/resources/archivos/2013/6/26/1372266495793Rajoy.Faro%20de%20Vigo.24.07.84.pdf

Expuesto lo anterior, aclaro que no es el objetivo de este artículo debatir ni rebatir tales ideas. Por un lado, porque entablar un debate con un imputado por cómplice de genocidio sobre sus ideas genocidas, está por debajo de mi dignidad. Por otro lado, y con relación a las ideas expuestas por el actual presidente del gobierno del Reino de España, no hace falta mucho esfuerzo argumentativo para echar por tierra su teoría de la superioridad natural de los hijos de buena estirpe, así como su mantra de que la gestión estatal es menos eficaz que la privada, o su afirmación de que el supremo incentivo del progreso es el económico.” Me alcanza con un par de ejemplos muy a mano, Sr. Presidente.

¿Sabe quien es Jonas Salk? Es un señor nacido en Nueva York en 1914, hijo de una familia inmigrante ruso-judía sin educación, nacido y criado en Harlem, Queens y el Bronx. Sin estirpe, sin dinero, y estudiante de escuela pública, descubrió la primera vacuna contra los tres virus de la poliomielitis que permitió la erradicación de una enfermedad considerada un flagelo. Seguramente a Ud. se la aplicaron de pequeño. Seguramente sus padres se aliviaron cuando se enteraron que existía una vacuna para la polio, justamente el año que Ud. nació. Por cierto, el incentivo de Salk no fue el para Ud. supremo incentivo económico. Cuando le preguntaron en una entrevista quién tenía la patente de la vacuna, respondió: “No hay patente. ¿Se puede patentar el Sol?”

¿Y el Dr. Rafael Matesanz? Lo conoce. Es el creador y director, desde su fundación en 1989, dela Organización Nacionalde Transplantes de España. El país es líder mundial en donación y transplante de órganos, gracias a la eficacia de un sistema que ya ha sido exportado y es ejemplo para muchos países. No sólo es el país con mayor número de donantes por habitante sino que -atención- tiene la más alta tasa de sobrevida. 20 puntos (si, leen bien) por encima de Estados Unidos. ¿A qué se debe la diferencia? Al sistema sanitario público español. No se debe a una mayor tecnología, ni siquiera a una diferencia relevante en cuanto a la preparación profesional respecto del país más poderoso del mundo y modelo del capitalismo. Sencillamente: una red sanitaria pública que garantiza al trasplantado el seguimiento y la atención adecuados, así como el suministro gratuito de los medicamentos durante toda su vida.La Organización Nacionalde Transplantes, que recibió en 2010 el Premio Príncipe de Asturias ala Cooperación Internacional, es un referente a nivel mundial, muy por encima de aquellos otros modelos basados en la gestión privada.

Estas ideas compartidas por el terrateniente imputado por genocidio y el presidente del gobierno del Reino de España, aunque fácilmente rebatibles, son peligrosas. No sólo porque elevan la discriminación y el egoísmo a la categoría de valores, sino por su contracara: “Si es cierto que desde nuestra concepción estamos predestinados por nuestros genes, nuestra estirpe, para ser superiores –o no-  quiere decir que la ‘mala estirpe’ también se hereda.” Y esa idea es la que fundamenta crímenes tan atroces como la apropiación de los hijos de detenidos/desaparecidos y la supresión de identidad de menores, o sirve de excusa moral para las adopciones ilegítimas.

Soy optimista por naturaleza, y este optimismo no me impide ser realista. No me preocupa Blaquier. Al fin y al cabo, es un empresario que por fin está sometido ala Justicia. Elpoder con el que controló durante décadas el Noroeste argentino sobre la base del miedo y  el silencio ha comenzado a debilitarse. Parafraseando a Libertad, la de Mafalda: su locomotora no se ha detenido, pero hay una pulga que está llenando de ronchas al maquinista.

Sí me preocupa en cambio que el Presidente del Gobierno del reino donde vivo piense igual que este otro señor. Porque siendo así, esta claro –clarísimo- que no es cierto que las medidas de ajuste brutal y supresión de derechos sociales e incluso políticos que está tomando lo sean por necesidad. No son medidas necesarias –aunque esa es otra discusión- pero le “perdonaría” incluso, que las tome por falta de valentía para enfrentarse a los poderes fácticos en defensa de sus ciudadanos, o por pura ineptitud o falta de imaginación para encontrar alternativas.

Pero no, el cercenamiento de derechos y el desmantelamiento de todo lo que suene a política de inclusión, de solidaridad, de igualdad, se ajustan perfectamente a sus ideas (así combate Ud. la “envidia igualitaria” de quienes no aceptan los privilegios de unos pocos). Es lo único que decide y ejecuta sin dilaciones. Es por eso que le quita los derechos humanos a los inmigrantes (no vale la pena gastar en los de “mala estirpe”) y premia con una amnistía a los ricos que evaden impuestos (no vayamos a cercenar su derecho natural a hacer dinero sin el control del Estado). Es por eso que nunca salió de su boca la intención de reducir la brecha salarial agrandada por la crisis (los de “buena estirpe” ganan cada vez más y los de “baja ralea” cada vez menos. Es por eso que tiene el ministro de educación que tiene, o que no destituye a una secretaria de estado de investigación que afirma que “en España sobran científicos.” No sobran científicos, NUNCA sobran científicos. Incluso si toda la población española fueran científicos, no sobraría ninguno. Porque entre todos los científicos encontraríamos una manera de aprovechar al máximo el conocimiento colectivo. Porque los científicos no son como los banqueros, los científicos saben que el conocimiento compartido es más conocimiento, que el conocimiento no se destruye cuando se usa sino que crece, y que –a diferencia de lo que pasa con el dinero- el conocimiento de uno no se basa en la ausencia del conocimiento del otro.

Me encantaría creer que no le gusta hacer lo que está haciendo, que lo hace por presión, incluso por ineptitud o por miedo. Pero lamentablemente sus actos se corresponden a la perfección con su esquema ideológico. No me lo imagino lamentando las medidas a tomar, sino que me lo imagino como un niño en una piscina, disfrutando y chapoteando entre las olas de reales decretos cercenadores de derechos. Hasta el momento lo podía disimular, pero el domingo en su conferencia de prensa anunciando el “no rescate” ya no pudo evitarlo. Pletórico estaba, lástima que no pudo festejar luego que gane España.

María Claudia Cambi

Valencia, 12 de junio de 2012

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Imaginemos por un momento que…..

  • Nuestros padres y abuelos -hombres- necesitaban la autorización de su esposa para abrir una cuenta bancaria (los negocios son cosa de mujeres).
  • Nuestros padres y abuelos carecían de derecho al voto por el único hecho de ser hombres (la política es cosa de mujeres).
  • La violencia física y verbal contra nuestros padres, abuelos, hermanos, hijos -por el sólo hecho de ser hombres- estaba socialmente permitida hasta ayer nomás, y aún está a la orden del día.
  • El primer hombre que obtuvo el título de Médico lo logró después de una fatigosa lucha: primero para que le permitan acceder a la Universidad -reservada sólo para las mujeres conforme a sus propias normas-, luego para no ser discriminado e incluso insultado por sus propias compañeras y profesoras… y finalmente con título en mano resignarse a trabajar de enfermero, porque eso era lo que hacían los hombres.
  • El acceso a la judicatura, hasta hace no muchos años, estaba reservado sólo a las mujeres, teniendo los hombres dicha actividad prohibida por ley.
  • Los hombres cobran un 25% menos que una mujer por igual tarea.
  • A los hombres, regularmente,  se les plantea el dilema de tener que elegir entre ser padres y progresar en su trabajo; o se les considera un punto en contra laboralmente el hecho de tener familia e hijos.
  • A los hombres se les acosa de forma cotidiana -de palabra y de hecho-  por cualquier desconocida por la calle, convencida de que tiene derecho a opinar a viva voz sobre el tamaño de su pene o sobre lo redondo de su trasero, se cree que por mostrar las piernas ya cualquiera puede tocarle el culo.
  • Se les mata “legalmente” de forma horrenda por haber cometido adulterio, pero a la mujer adúltera no le pasa nada.
  • Se considera atenuante penal que la mujer mate al hombre que la engaña, en defensa del honor (en países de nuestro entorno como México, sin ir más lejos), por lo que es menor la pena por matar a un hombre que a una vaca.
  • Estas situaciones ocurren actualmente y en nuestro entorno, no son parte de la historia lejana ni necesariamente de sociedades “atrasadas”.
  • Cada avance del género masculino hacia la igualdad de derechos y oportunidades se debió a una larga y sacrificada lucha de hombres -y unas pocas mujeres que los apoyaban- que logró arrancar esos derechos de una sociedad matriarcal y hembrista. Una sociedad cuyo establishment consideraba a esos hombres luchadores por la igualdad de género como unos insatisfechos y aburridos que no valoraban lo que tenían.
  • En esa sociedad que describo las que las mujeres estaban -y siguen estando- cómodas con sus  privilegios. Y por eso, teniendo la potestad de cambiar las cosas no lo hicieron. Las mujeres que detentaban el poder jamás hubieran movido un dedo en favor de la igualdad de género, a pesar de que eran ellas quienes podían hacer y deshacer las normas jurídicas y sociales por ellas también creadas.
  • Por eso, y dado que la consecución de la igualdad de género se lograría a través del empoderamiento del género masculino para equipararlo a las mujeres, y que esa lucha vino -principal y casi exclusivamente- de los mismos hombres discriminados, ese movimiento tomó en nombre de «masculinismo».  Esos hombres no querían dar vuelta los roles, sólo querían la igualdad, pero no había manera de conseguirla si no era luchando, y haciéndolo por sus derechos.
  • Fueron -y son aún hoy- tildados de locos, de extremistas, de revanchistas…. precisamente por parte de las mujeres que durante siglos pudieron cambiar las cosas y no lo hicieron sino a partir de las reivindicaciones masculinistas.

¿Seguimos?

¿O ya es momento de que hagamos la simple operación de invertir los géneros y describir la historia y la realidad actual?

De ser real todo lo que hemos imaginado, el movimiento de lucha contra la discriminación y las desigualdades por razones de género se llamaría “masculinismo”, y la lucha sería contra una sociedad desigual, manejada por “hembristas”, que creen que las mujeres merecen privilegios económicos, sociales y de poder, por el sólo hecho de ser mujeres.

Pero como todos sabemos, vivimos y sufrimos, la realidad es exactamente la inversa. Y por eso todavía la lucha por la igualdad es una lucha FEMINISTA, y si hay un día para recordar al género discriminado, es el día de la mujer.

Aclaración necesaria: lucha feminista no quiere decir lucha femenina. La lucha por la igualdad es una lucha de todos, hombres y mujeres. El feminismo no busca derribar derechos de nadie, con lo que quiere terminar es con los privilegios, porque una sociedad más justa beneficia a TODOS. Como bien expresa mi amigo Jaume D’Urgell: “El feminismo NO es un machismo pero al revés.”

Ojalá muy pronto la igualdad de derechos esté tan instalada que la discriminación y la violencia de género contra una mujer no sea ni más ni menos frecuente que la que pueda sufrir un hombre en circunstancias similares. Cuando llegue ese día -que espero fervientemente que lo vea mi hija- el feminismo habrá cumplido su objetivo y habrá perdido su razón de ser. Mientras tanto, LA LUCHA POR LA IGUALDAD SEGUIRÁ SIENDO FEMINISTA.

María Claudia Cambi

Valencia, junio de 2012.

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Fechas como hoy -8 de marzo Día Internacional de la Mujer- son propicias, por un lado, a las puestas en escena acompañadas de flores, saludos y salidas especiales, y demás «ceremonias expiatorias», durante  24 horas de tregua, tras las cuales «volvemos a nuestras masacres, paganas u ortodoxas, en nombre de Dios, la Patria o cualquier otra impostura», al decir de mi amigo Eddie Abramovich.

Por otro lado, en estas fechas y los días previos es frecuente escuchar cuestionamientos tales como: «¿Y por qué no existe el Día Internacional del Hombre?»… O también: «Un Día de la Mujer es discriminatorio hacia el hombre…  ¿Y si lo llamamos Día de la Igualdad?». Igualito que cuando llega el Día del Orgullo Gay siempre alguien reclama: «Yo quiero el Día del Orgullo Heterosexual»….

A todos aquellos que formulan esas preguntas los invito a encontrar la respuesta imaginando por un momento que…..

  • Nuestros padres y abuelos -hombres- hubieran necesitado la autorización de su esposa para abrir una cuenta bancaria.
  • Nuestros padres y abuelos hubieran carecido de derechos políticos por el único hecho de haber sido hombres.
  • La violencia de género contra nuestros padres, abuelos, hermanos, hijos, hubiera estado socialmente permitida hasta ayer nomás, y aún estuviera a la orden del día.
  • El primer hombre que obtuvo el título de Médico lo logró después de una fatigosa lucha: primero para que le permitan acceder a la Universidad , reservada sólo para las mujeres conforme a sus propias normas, luego para no ser discriminado e incluso insultado por sus propios compañeros y profesores… y finalmente con título en mano resignarse a trabajar de enfermero, porque era hombre.
  • El acceso a la judicatura, hasta hace no muchos años, hubiera estado reservado sólo a las mujeres, teniendo los hombres dicha actividad prohibida por ley.
  • Los hombres cobraran un 25% menos que una mujer por igual tarea.
  • A los hombres, regularmente,  se les planteara que tienen que elegir entre ser padres y progresar en su trabajo; o se les considerara un punto en contra el hecho de tener familia e hijos.
  • A los hombres se les acosara de forma cotidiana -de palabra y de hecho-  por cualquier desconocida por la calle, convencida de que tiene derecho a opinar a viva voz sobre el tamaño de su pene o sobre lo redondo de su trasero. O a creerse que por mostrar las piernas ya cualquiera puede tocarle el culo.
  • Se les matara «legalmente» de forma horrenda por haber cometido adulterio, pero a la mujer adúltera no le pasara nada.
  • Se considerara atenuante penal que la mujer matara al hombre que la engaña, en defensa del honor (en países de nuestro entorno como México, sin ir más lejos), por lo que sería menor la pena por matar a un hombre que a una vaca.
  • Las situaciones que estás imaginando ocurren actualmente y en nuestro entorno, no son parte de la historia ni necesariamente de sociedades «atrasadas».
  • Imaginemos también que cada avance del género masculino hacia la igualdad de derechos y oportunidades se debió a una larga y sacrificada lucha de hombres -y unas pocas mujeres que los apoyaban- que logró arrancar esos derechos de esa sociedad matriarcal y hembrista, en las que las mujeres estaban -y siguen estando en muchos aspectos- cómodas con esos privilegios; mujeres que jamás hubieran movido un dedo en favor de la igualdad, siendo que eran ellas quienes podían hacer y deshacer las normas jurídicas y sociales por ellas también creadas.

Y así, podemos seguir con nuestra ficción e imaginar muchísimas situaciones equivalentes. Sólo hay que ver la historia reciente y la realidad actual, y cambiar la palabra mujer por la palabra hombre.

De ser real todo lo que hemos imaginado, el movimiento de lucha contra la discriminación y las desigualdades por razones de género se llamaría «masculinismo», y la lucha sería contra una sociedad desigual, manejada por «hembristas», que creen que las mujeres merecen privilegios económicos, sociales y de poder, por el sólo hecho de ser mujeres.

Pero como todos sabemos, vivimos y sufrimos, la realidad es exactamente la inversa. Y por eso todavía la lucha por la igualdad es una lucha feminista, y si hay un día para recordar al género discriminado, es el día de la mujer. Aclaración necesaria: lucha feminista no quiere decir lucha femenina. La lucha por la igualdad es una lucha de todos, hombres y mujeres. El feminismo no busca derribar derechos de nadie, con lo que quiere terminar es con los privilegios, porque una sociedad más justa beneficia a TODOS. Como bien expresa mi amigo Jaume D’Urgell: «El feminismo NO es un machismo pero al revés.»

Ojalá muy pronto la igualdad de derechos esté tan instalada que la discriminación y la violencia de género contra una mujer no sea ni más ni menos frecuente que la que pueda sufrir un hombre en circunstancias similares. Cuando llegue ese día -que espero fervientemente que lo vea mi hija- el feminismo habrá cumplido su objetivo y habrá perdido su razón de ser, y el Día Internacional de la Mujer será tan innecesario y vacío de contenido como lo sería hoy el Día del Hombre.

Mientras tanto, sigamos utilizando este día para la reflexión, para renovar el compromiso contra la violencia de género y por la igualdad, para dar testimonio, para recordar. Y sigamos luchando TODOS nosotros, y TODOS los días.

(Cuando llegue el Día del Orgullo Gay, os invito a hacer el mismo ejercicio, y encontraréis la respuesta a por qué ese día es tan necesario, y por qué es tan ridículo reclamar que exista un Día del Orgullo Heterosexual).

María Claudia Cambi

Valencia, marzo de 2012.

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Hace minutos -siendo todavía 1 de agosto en Argentina- la prensa ha dado la noticia de la muerte, a los 99 años, de Florentina Gómez Miranda, una de las mujeres que más luchó por la igualdad de género -especialmente en las relaciones de familia- en la República Argentina.

Fue maestra, abogada y dirigente política, pero su lucha por la igualdad en las relaciones familiares la comenzó prácticamente desde su niñez, cuando advirtió que sus dos hermanos varones gozaban de mayores privilegios y comodidades que las seis hermanas mujeres.

Como Diputada Nacional por la Unión Cívica Radical, de 1983 a 1991, desde la presidencia de la Comisión de Mujer, Minoridad y Familia, impulsó y logró la sanción de leyes que cambiaron para siempre la configuración jurídica patriarcal y anticuada de la familia argentina e introdujeron la igualdad:

  • Patria potestad compartida
  • Divorcio vincular
  • Derecho de la mujer casada a seguir usando el apellido de soltera
  • Pensión de la cónyuge divorciada
  • Pensión de concubina y concubino
  • Igualdad de los hijos extramatrimoniales
  • Pensión al viudo

También desde su función legislativa abogó por el otorgamiento de rango constitucional a los Tratados de Derechos Humanos.

Florentina Gómez Miranda era feminista. Y como tal, no se limitó a luchar por los derechos exclusivos de las mujeres, sino que combatió el machismo en el seno de la familia y luchó por la igualdad y los Derechos Humanos.

Florentina es un estupendo ejemplo de cómo las feministas somos feministas porque luchamos por la igualdad.

Luchó por la patria potestad compartida. Y claro, fue una lucha feminista, porque hasta ese momento la patria potestad la tenían los padres. Reivindicó el derecho de la mujer a conservar su apellido, que hasta entonces cedía a favor del apellido del marido. Reivindicó al derecho a la pensión de la cónyuge divorciada que no tenía otros ingresos. Y claro, para luchar por la igualdad de derechos tuvo que combatir privilegios que hasta ese momento eran masculinos. ¿Cómo no ser feminista?

El feminismo, como ideología de la igualdad, encuentra en Florentina Gómez Miranda un ejemplo perfecto, porque en su lucha por la igualdad trabajó en la eliminación de los efectos del machismo en las relaciones familiares, incluso cuando no era una necesidad de las mujeres. Necesidad femenina no, pero lucha feminista si. Por eso impulsó el derecho a pensión del viudo (no reconocido en una sociedad que no concebía que fuera el hombre el que pudiera depender económicamente de la mujer), porque como feminista que era creía profundamente en la igualdad.

En una época en la que aquéllos que detentan los poderes fácticos y económicos -los que no necesitan de la democracia- pretenden convencernos de que los valores más altos de la política no valen nuestra pena, ni nuestro esfuerzo, de que se puede hacer política detestando la política y jactándose de ello, de que el poder ciudadano y los valores democráticos no importan, la figura de Florentina Gómez Miranda y su lucha por la Igualdad, la Solidaridad, la Justicia y los Derechos Humanos, su militancia auténtica y desinteresada hasta último momento, debería ser suficiente para avergonzar a aquéllos que son simples mercaderes de la cosa pública.

Descansa en Paz. Acá queda tu legado.

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CONTRATO DE EXPLOTACIÓN CON PERMISO DE SEGREGACIÓN

En …… [cualquier lugar del mundo que se considera primer mundo] , en cualquier día del siglo XXI, entre:

–          Ciudadano  Explotador, que controla los medios de producción y los instrumentos financieros.

–          Ciudadano Trabajador, controlado por el Ciudadano Explotador.

Considerando:

–          Que la desigualdad entre los seres humanos forma parte del orden natural de las cosas, por cuestiones de raza u origen.

–          Que la pretendida igualdad entre los seres humanos va contra la naturaleza y por lo tanto contra la voluntad del creador.

–          Que a pesar de la desigualdad natural entre los seres humanos es necesario mantener la paz social, a fin de preservar los privilegios y las propiedades de los favorecidos por su origen o raza.

Las partes acuerdan celebrar el presente Contrato de Explotación con permiso de Segregación en base a las siguientes Cláusulas:

1)      El Ciudadano Explotador tendrá derecho de explotación del Ciudadano Trabajador, lo que se traducirá en:

  1. Utilizar el salario del Ciudadano Trabajador a discreción como variable para conservar su nivel de riqueza.
  2. Disponer de los derechos sociales adquiridos por el Ciudadano Trabajador, a su exclusivo arbitrio, pudiendo limitarlos o eliminarlos en la medida de su conveniencia.
  3. Conceder y retirar a su antojo asistencia y seguridad social, y acceso a la educación.
  4. Determinar a su exclusivo arbitrio del valor de los bienes y ahorros del Ciudadano Trabajador, aún cuando sea con fines puramente especulativos.

2)      El Ciudadano Trabajador, en consecuencia:

  1. No cuestionará el dogma de la natural desigualdad entre seres humanos.
  2. No pretenderá disfrutar de los mismos derechos del Ciudadano Explotador.
  3. No luchará por los derechos propios ni los de su prójimo.
  4. Aceptará los perjuicios que le causa el cumplimiento de este contrato como consecuencia de “la mano adversa del destino”.

3)      A cambio de las concesiones arriba descritas, el Ciudadano  Explotador suministrará al Ciudadano Trabajador una categoría de individuos a los que este último podrá considerar inferiores a él y ejercer contra ellos la dominación y segregación, incluyendo:

  1. Hacerlos chivos expiatorios culpables de cualquier perjuicio y desventura que pueda sufrir el Ciudadano Trabajador, tales como desempleo y falta de acceso a la salud, vivienda y alimentación adecuadas.
  2. Discriminación, escarnio, burla e insulto a dicha categoría de individuos.
  3. Explotación laboral y sexual.
  4. En determinadas circunstancias: agresión física, sexual y homicidio.

4)      Dicha categoría de individuos se compondrá –en una enumeración meramente ejemplificativa y no limitativa- de:

  1. Personas de raza negra y otras razas de piel oscura o amarilla.
  2. Pobres, en especial si son indigentes.
  3. Delincuentes comunes, en especial si son pobres.
  4. Inmigrantes, en especial si ingresan al país por medios no homologados de transporte, como las llamadas pateras y si no son de piel blanca.
  5. A discreción del Ciudadano  Explotador, podrán incluirse según las circunstancias y necesidades del momento:                            
  • Mujeres.
  • Homosexuales y demás variantes LGTB
  • Creyentes de religiones no cristianas, tales como los musulmanes (se reserva el derecho de volver a incluir en cualquier momento a los judíos si fuere conveniente o necesario).
  • Partidarios de ideologías que se consideran peligrosas para el mantenimiento del orden natural de las cosas que se describe en este contrato.


5)      El Ciudadano  Explotador hace constar, y el Ciudadano Trabajador acepta expresamente, que este último no podrá de ninguna manera considerar a dichas categorías de individuos como seres humanos iguales a ellos mismos, puesto que si así fuera estaría aceptando que tienen como mínimo la misma dignidad y derechos que el Ciudadano Trabajador, y desembocaría en que todos ellos cuestionarían la desigualdad y querrían los mismos derechos que el Ciudadano Rico.

6)     La Declaración Universal de los Derechos Humanos no será de aplicación a la categoría de individuos dominados por el Ciudadano Trabajador, puesto que están por debajo de la escala mínima de la dignidad humana. En cuando al Ciudadano Trabajador, dicha Declaración Universal se le aplicará siempre que dicha aplicación no afecte los privilegios naturales del Ciudadano Explotador, por lo cual este último se reserva el derecho de suspender su aplicación sin necesidad de aviso previo y a su exclusivo arbitrio.

En prueba de conformidad, firman las partes dos ejemplares de un mismo tenor y a un solo efecto, en el lugar y fecha al principio expresados, y con la sangre de todos aquellos que entregaron su vida luchando por un mundo con igualdad de oportunidades y dignidad para todos los seres humanos.

¿FIRMARÍAS UN CONTRATO ASÍ? Si la respuesta es no, procura que tus acciones no hagan pensar lo contrario.

Nota de la autora: Inspirado en Killers of the Dream (‘Asesinos del Sueño’), de Lillian Smith, 1950, que imagina una especie de contrato entre el rico terrateniente sureño y el blanco “redneck” (con la piel curtida y quemada por el sol a fuerza de trabajar con sus propias manos en las plantaciones de algodón).

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Me gustan las comparaciones, me encantan las diferencias.
Dos fotos que hacen historia.
La triste imagen de unos militares salvadores de “sus” patrias, en negro y blanco, sin color, anunciando los desastres que producirían, los desmanes, los asesinatos de un pueblo, equivocado o no, que tuvo un sueño que no pudo ser. Toda una generación y media que sufrió la tiranía de unas botas sucias de sangre y dolor.
La alegre imagen de una mujeres, representantes del pueblo, con color, con esperanza, con modernidad.
Esperemos que el futuro nos guarde en la memoria más imágenes como éstas y menos como aquéllas, pero sin olvido y con justicia.

Horacio Pérez

Ruego perdonéis la repetición, pero creo que el comentario de Horacio merecía ser destacado. Así como merece ser destacada la comparación visual.

¿Os preguntáis como iría el mundo si las mujeres tuviéramos mayor participación y poder de decisión, en condiciones de igualdad? ¿Si los conflictos se resolvieran teniendo también en cuenta la visión femenina, y no únicamente la visión del macho trasnochado de Aznar y Bush fumándose un puro con «las patas» sobre el escritorio?  La respuesta está en la foto.

Feliz día de la mujer, para todo el mundo.

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No es el título de una novela de Corin Tellado. Es -después de darle muchas vueltas- el único título que me parece adecuado a esta entrada.

Pensaba reflexionar sobre dos fechas señaladas este mes: el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) , y el Día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia (24 de marzo, en Argentina, y en el corazón de todos aquellos a quienes nos hermana la lucha por la vigencia de los Derechos Humanos en todo el mundo).

Relacionar la lucha por la igualdad de la mujer y la lucha por la memoria y la justicia me resulta fácil. También me resulta fácil relacionar patriarcado e injusticia a lo largo de la historia. Lo difícil es, en todo caso, encontrar las palabras justas que transmitan que cuando hablamos de patriarcado -y de machismo- hablamos de un sistema y una ideología, no de las personas. Que cuando hablamos de la lucha por la igualdad hablamos precisamente de eso, de igualdad, no de superioridad ni de revanchismo.

Me costaba encontrar las palabras justas, pero no importa. He encontrado las imágenes justas. El balcón es el mismo. Pasado y presente. Muerte y vida. Odio y amor. Opresión y justicia.

La Junta Militar -el terrorismo de estado- en la Casa Rosada.

Marzo de 1976, Argentina. Con Videla, Massera y Agosti, el Terrorismo de Estado ocupaba el Balcón de la Casa Rosada.

Las Presidentas de Brasil y de Argentina, en la Casa Rosada junto a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Enero de 2011, Argentina. Lucha, dolor, esperanza, Justicia. Abuelas, Madres e Hijas. Pasado y presente que significan -sobre todo- futuro, en el Balcón que da a la histórica Plaza de Mayo de Buenos Aires, la de las «locas de los pañuelos blancos que nunca bajaron los brazos» y nunca buscaron revancha sino Justicia, junto a dos Jefas de Estado.

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El lenguaje que empleamos cotidianamente no sólo refleja los valores de una sociedad, sino también que contribuye a transmitirlos y reforzarlos. De ahí la importancia de las palabras, que pueden ir -como un arma- cargadas de connotaciones negativas y prejuiciosas o -por el contrario- pueden utilizarse para ayudar a revertir situaciones de discriminación.

Podría pensarse que -al fin y al cabo- el lenguaje no es más que un reflejo de la realidad, que las palabras en sí no crean discriminación, que lo importante son los hechos.  Pero lo cierto es que la forma en que empleamos el lenguaje puede -en muchos casos- constituir y no sólo reflejar, percepciones sesgadas de la realidad que dañan a otras personas.

El lenguaje, como construcción social e histórica -como producto humano- influye directamente en nuestra percepción de la realidad. Las palabras y conceptos condicionan nuestro pensamiento y, por ende, determinan nuestra visión del mundo.

Quienes trabajan con la palabra, quienes comunican, quienes utilizan el lenguaje para informar y formar tienen por ello una especial responsabilidad, y sobre quienes lo hacen a través de los medios de comunicación recae un plus de precaución en cuanto formadores de opinión.

A día de hoy -por poner un ejemplo- ningún periodista que respete su profesión utilizaría el término «invertido» o «marica» para referirse a un homosexual (excepto que quiera ser contratado por el grupo Intereconomía, claro está).

Anormal, retrasado, deficiente, incapaz, impedido, incapacitado, discapacitado, persona con discapacidad, persona con necesidades especiales, personas con movilidad reducida, personas con diversidad funcional… También en el ámbito de la discapacidad el lenguaje evolucionó, dejando de transmitir la idea negativa de la carencia o la desviación respecto de una pretendida normalidad, para pasar a transmitir con las palabras una idea en positivo, la de la diversidad, enfatizando la dignidad de la persona por encima de sus peculiaridades o limitaciones.

Y han sido las propias personas con discapacidad las que erigiéndose en grupo social -unidos más por su lucha por la mejora de la sociedad que por su condición- utilizaron el lenguaje como una herramienta de  sensibilización y cambio de enfoque por parte de la sociedad.

Aunque lejos estamos aún de considerar como tarea cumplida la eliminación del lenguaje sexista, en materia de discriminación de género, también se ha tomado conciencia sobre la influencia que ha tenido el lenguaje a la hora de consolidar y presentar como normales situaciones de discriminación y relaciones de dominación.

Sin embargo, con demasiada frecuencia -y por poner sólo un ejemplo, esta misma mañana en Cadena Ser en relación a los migrantes de Túnez a Italia- escuchamos hablar de «avalancha de inmigrantes« mientras cuantifican (y cosifican) a seres humanos que pasan por una de las situaciones más difíciles y traumáticas que se pueden vivir: dejar su tierra, sus afectos, sus raíces, y hacerse a la mar sin saber si llegarán a destino o morirán en el camino sin que nadie llegue a conocer su suerte. En algunos casos será con toda la intención denigratoria, otros por ahorrarse eso de pensar y continuar utilizando los mismos lugares comunes y frases hechas, pero esa antipática frasecita está presente en casi todas las noticias referidas a inmigración y fronteras.

Según la Real Academia Española de la Lengua:

avalancha.

(Del fr. avalanche).

1. f. alud.

alud.

(De or. prerromanocf. vasco lurte, derrumbamiento de tierra).

1. m. Gran masa de nieve que se derrumba de los montes con violencia y estrépito.

2. m. Masa grande de una materia que se desprende por una vertiente, precipitándose por ella. U. t. en sent. fig.

Estimados profesionales de la palabra, ¿como os sentiríais si vuestros lectores llamaran a vuestras notas y artículos algo así como «rejunte de palabras» o llamáramos al periódico algo así como «papel que ensucia las manos»? ¿Si con la connotación de nuestras palabras despojáramos a vuestro trabajo de su esencia, de aquello que lo hace especial, del componente de humanidad, de creatividad? Sería una falta de respeto a vuestra condición de profesionales y de creadores.

Pues considerar un movimiento migratorio como «avalancha», es despojar a las personas de toda su humanidad, de cosificarlas, de privarlas de su condición de sujetos. Si cosificamos al inmigrante, si lo mostramos en masa, en cantidades, y le añadimos una connotación de catástrofe natural o de amenaza, eligiendo palabras como «avalancha», o «invasión», emitimos a la sociedad el mensaje de que esos seres humanos son menos personas que nosotros y que por eso no pueden aspirar a todo aquello que nosotros aspiramos o defendemos.

El lenguaje no es neutral, el significado de las palabras es producto de la intencionalidad con que se use. Y a este respecto, quienes lo utilizan en un medio masivo de comunicación tienen una responsabilidad directa. Libertad de expresión, libertad de prensa, van indisolublemente ligados al derecho a la información veraz y sin manipulaciones por parte de los destinatarios de esa información.

Iñaki Gabilondo lo ha dicho perfectamente:

«La sociedad humana no está formada por un núcleo duro de normalidad al que le salen abscesos laterales, imperfectos o indeseados. La sociedad humana es un entramado complejo compuesto de hombres, mujeres, jóvenes, viejos, sanos, enfermos, de distintas razas, orientaciones sexuales, particularidades físicas, etc. Ese heterogéneo paisaje es la normalidad. Todos, igualmente, seres humanos. Y todos igualmente dotados de derechos, aunque las necesidades de todos no sean idénticas.»


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