Jonas Salk fue un señor nacido en Nueva York en 1914, hijo de una familia inmigrante ruso-judía sin educación, nacido y criado en Harlem, Queens y el Bronx. Sin «estirpe», sin dinero, y estudiante de escuela pública, descubrió la primera vacuna contra los tres virus de la poliomielitis que permitió la erradicación de una enfermedad considerada hasta entonces un flagelo universal.
El incentivo de Salk para salvar millones de niños de la poliomielitis no fue el incentivo económico. Cuando el célebre periodista Eduard R. Murrow le preguntó en una entrevista televisiva quién poseía la patente de la vacuna, respondió:
“Bueno, la gente, diría yo. No hay patente. ¿Podría usted patentar el Sol?” (1)
Jonas Salk echa por tierra los postulados ideológicos del Partido Popular, el que gobierna el Reino de España. Jonas Salk es sólo un ejemplo conocido de millones más que contradicen la afirmación de que los hijos de «buena estirpe» son superiores a los demás y están predestinados para ello, y que no es cierto que «el supremo incentivo para estimular la productividad y el progreso son las primas de producción». (2)
«¡Vamos a demostrar que ni Jonas Salk ni nadie como él son ejemplo de nada! ¡Vamos a demostrar que se equivocan! ¡Vamos a demostrar que sí se puede patentar el Sol!» Así me imagino a Mariano Rajoy y su Ministro de Industria cuando el pasado 18 de julio remitieron a la Comisión Nacional de Energía el proyecto de decreto que establece que si generas y consumes tu propia energía solar o eólica, tienes que pagar un «peaje» que hará que el autoconsumo resulte más caro que comprar la electricidad al oligopolio hidroeléctrico, y todo bajo penalización que puede llegar hasta 30 millones. (3)
¿Quién dijo que no se podría cobrar regalías por «tomar el Sol»? Ah, sí, Jonas Salk, ese hippie.
María Claudia Cambi
Valencia, 6 de agosto de 2013.
(1) Entrevista a Jonas Salk en CBS Televisión, en See It Now (12 de abril de 1955), citado en Disparos en la oscuridad: la búsqueda de una díscola vacuna contra el SIDA (2001) de Jon Cohen.
(2) «RAJOY, BLAQUIER, Y LA ENVIDIA IGUALITARIA», de María Claudia Cambi, en https://dosorillas.wordpress.com/2012/06/12/rajoy-blaquier-y-la-envidia-igualitaria/